lunes, 30 de abril de 2012

 Boca a boca

   En cierta ocasión visité con un señor de alcurnia su museo de arte, donde había hermosas piezas, y entre las pinturas había una que me gustaba más que todas, era un Ecce Homo, con expresión tan conmovedora, que incitaba al instante a la compasión de quien lo miraba. Al lado colgaba una pintura sobre papel, hecha en China, en la que podían verse ídolos chinos majestuosamente sentados, y parte de ellos representaban al diablo. El señor de la casa me preguntó qué pieza de su museo era la que más me gustaba. Yo le indiqué que el mencionado Ecce Homo, pero él me dijo que estaba confundido, que la pintura china era pieza más rara y, por tanto, también más valiosa; y que no la cambiaría por diez Ecce Homo como aquel.
-Señor-le pregunte-, ¿es vuestro corazón como vuestra boca?


* H.J.CH. Von Grimmelshausen, Simplicius Simplicissimus. Cátedra, 1986.